Los puertos de escala no son la única forma de viajar en un crucero, también lo es la gastronomía. Es por eso que en la mayoría de barcos solemos encontrar una amplia oferta que trabaja desde sabores locales hasta otros más exóticos. Estos últimos tienden a formar parte de los restaurantes de especialidad, es decir, una alternativa de pago a las comidas y cenas incluidas.
Uno de los clásicos que encontramos en varias navieras es justo el Teppanyaki, un tipo de cocina japonesa que significa "cocinado o asado a la plancha". Lo peculiar de estos restaurantes es que, más allá de los sabores japoneses, podemos vivir una experiencia de cocina en vivo. En ella, la interacción entre chefs y comensales es precisamente lo que la hace especial, con acrobacias entre ingredientes y utensilios. Todo un espectáculo culinario.
En mi caso, probé recientemente la experiencia a bordo del Costa Smeralda. La verdad es que la comida de los restaurantes principales suele ser ya tan buena que no me suelo plantear los restaurantes de especialidad a menudo, pero tenía curiosidad por hacerlo. Funciona con reserva previa, por lo que nada más llegar te acomodan alrededor de una plancha con más comensales y empieza el show, justo después de elegir el menú. En Costa, el restaurante ofrecía tres propuestas: el menú clásico, el vegetariano y el menú del chef.
Todos ellos empezaban con un aperitivo (en japonés, otoshi), que consistía en sopa miso del chef, ensalada de alga wakame con vinagreta de remolacha y edamame - habas de soja japonesas. La diferencia entre los menús estaba en el plato principal. Nosotros optamos por el menú del chef que incluye dos platos principales, acompañados de arroz frito y verduras de temporada. Algo a destacar fue la rápida adaptación a intolerancias que se comunicaron al momento por parte de otros comensales.
En mi caso pedí filete de pato con espárragos, salsa de soja y arándonos rojos; y gambas en salsa ankake aromatizada con yuzu. De postre, helado al té verde japonés sobre tempura de plátano crujiente. El coste del menú, 44€. Para la bebida pudimos usar el paquete todo incluido, aunque algunas navieras no permiten su uso en restaurantes de especialidad. Destacaría el plato de gambas (en general, creo que en este tipo de cocina el marisco queda mas más jugoso que la carne). El arroz que acompañaba los platos estaba delicioso y le iba de fábula a las salsas.
Más allá del menú, todo el cocinado fue un espectáculo constante. Nuestro chef tenía un carisma especial, como sus compañeros, que lanzaban y cazaban utensilios al vuelo, hacían malabares con huevos e incluso cantaban canciones mientras cocinaban a un ritmo frenético. El COVID no fue ningún impedimento para la experiencia completa: unas mamparas transparentes nos separaban de la plancha y sobre ellas seguían llevando a cabo interacciones como lanzar trozos de comida a la boca directamente.
La experiencia
Si buscas un momento íntimo y relajado, el Teppanyaki no es para ti. El ambiente que se respira durante la cena es totalmente alegre y festivo, un tanto ruidoso y muy interactivo, ya que compartes la vivencia con otros comensales. El sabor de los platos era realmente bueno ya que los cocineros son verdaderos expertos con mucha técnica y experiencia.
Personalmente lo disfruté mucho aunque creo que no repetiría la experiencia a bordo. Me explico; creo que es una de esas cosas que debes probar una vez para vivirlas, pero teniendo en cuenta que hay más restaurantes de especialidad y que el precio es algo elevado (recordamos que "pierdes" una cena incluida y pagas unos 30-40€ por comensal), me plantearía en futuras ocasiones probar alguna otra propuesta. Aun así salí satisfecho de haberlo vivido y me quedo con la sensación de que, más allá de la comida, te llevas una experiencia única, agradable y llena de risas junto a tus acompañantes de viaje.
Un especial reconocimiento a esos cocineros y cocineras que tras las planchas vuelcan toda su pasión en el cocinado noche tras noche. ¡No olvides felicitar al chef!
Comentarios